lunes, enero 12, 2009

Andrés Oppenheimer

Andrés Oppenheimer (Buenos Aires, 24 de noviembre de 1951) es un periodista nacido en Argentina y naturalizado estadounidense. Emigró a los Estados Unidos en 1978, adonde realizó una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia.

Oppenheimer fue miembro del equipo al que se le concedió el premio Pulitzer por la investigación de la conexión Irán-Contra del gobierno de Ronald Reagan en 1987. También ganó el premio Ortega y Gasset por su investigación acerca de Cuba, investigación que quedó reflejada en la publicación de su libro titulado «La hora final de Castro».

En 1997 publicó «En la frontera del caos: guerrillas, corredores de bolsa, políticos, y el camino de México a la prosperidad», elegido por el Los Angeles Times como uno de los mejores libros de ese año. En dicho libro, Oppenheimer hace un análisis periodístico profundo y detallado de las crisis políticas de los dos últimos sexenios del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México.

Tras su llegada a los Estados Unidos, trabajó para la agencia de noticias AP y en 1983 empezó a escribir en el Miami Herald. Actualmente escribe la columna semanal El Informe Oppenheimer [1] para dicho periódico. En noviembre de 2001, recibió el Premio Rey de España 2001, el más alto reconocimiento del periodismo de Iberoamérica, por su investigación sobre la corrupción en América Latina. Es también conductor del programa de televisión Oppenheimer Presenta [2] que se emite en diversos canales de televisión del continente americano.

En su libro "Cuentos Chinos" considera y analiza el futuro de América Latina y la importancia de adaptar nuevos sistemas políticos y económicos a las naciones que tienen grandes índices de pobreza extrema, esto según las políticas de Washington.

Fuente: Wikipedia

El gran engaño latinoamericano

Una nueva encuesta mundial revela que, sorprendentemente, los latinoamericanos están mucho más satisfechos con la educación pública de sus países que la gente de otras regiones que obtienen mucho mejores resultados en los exámenes estudiantiles y en los rankings universitarios.

Antes de explicar por qué esto debería ser motivo de preocupación en Latinoamérica, veamos los resultados de la encuesta Gallup de 40,000 personas en 24 países de la región, encargada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como parte de un estudio más amplio sobre los niveles de satisfacción en diversos rubros.

Cuando se les preguntó a los encuestados si estaban satisfechos con el sistema de educación pública de sus países --incluyendo las escuelas primarias, las secundarias y las universidades-- la respuesta fue enormemente positiva.

El 85 por ciento de los costarricenses, el 84 por ciento de los venezolanos, el 82 por ciento de los cubanos, el 80 por ciento de los nicaragüenses, el 77 por ciento de los salvadoreños y más del 72 por ciento de colombianos, jamaiquinos, hondureños, bolivianos, panameños, uruguayos y paraguayos dijeron estar satisfechos con la educación pública de sus respectivos países.

Comparativamente, sólo el 66 por ciento de los encuestados en Alemania, el 67 por ciento de los estadounidenses y el 70 por ciento de los japoneses están satisfechos con la educación pública de sus respectivos países, según revela el estudio.

''Los latinoamericanos en general están más satisfechos con su educación pública de lo que justifican los resultados de los exámenes internacionales'', dice Eduardo Lora, el economista del BID que coordinó el estudio. ``Están satisfechos sin fundamento''.

Los exámenes estandarizados internacionales para estudiantes de 15 años revelan que Venezuela, Paraguay, Bolivia, Honduras y República Dominicana, cuyos encuestados se mostraron más satisfechos de su educación pública que Japón, obtuvieron resultados promedio de un 35 por ciento más bajo que los estudiantes japoneses, según el estudio del BID.

En lo que hace a la educación superior, Latinoamérica --que tiene algunas de las universidades estatales más grandes del mundo-- tampoco tiene un gran desempeño en comparación con otras regiones. Un ranking reciente de las 200 mejores universidades del mundo realizado por el suplemento de Educación Superior del Times de Londres, Gran Bretaña, no incluye ninguna universidad latinoamericana entre las 100 mejores del mundo, a pesar de que Brasil y México están entre las 15 economías más grandes del mundo.

Sólo tres universidades latinoamericanas figuraban en la lista de las mejores 200: La Universidad Nacional Autónoma de México (150), la Universidad de Sao Paulo, Brasil (196) y la Universidad de Buenos Aires, Argentina (197). En comparación, hay nueve universidades asiáticas entre las 50 mejores del mundo.

Cuando le pregunté por qué tantos latinoamericanos tienen una visión optimista de sus sistemas educativos, Lora me respondió que la mayoría de la gente en la región tiende a juzgar su sistema educativo por la calidad de los edificios escolares, o por el trato que reciben sus hijos en la escuela, más que por lo que los estudiantes aprenden.

En otras palabras, ha habido un gran avance en cuanto a la expansión de la educación --los índices de alfabetismo se han duplicado desde la década de los años 30, para llegar al 86 por ciento de la población de la región-- pero no se ha producido un avance similar en la calidad de la educación.

''El peligro es que, si la gente está satisfecha, no existe la exigencia social de mejorar los estándares educativos'', me dijo Lora. ``Paradójicamente, esa demanda sólo existe donde ya se han alcanzado los estándares relativamente más altos de la región, como Chile''.

Mi opinión: Por suerte, la gente de algunos países de la región es cada vez más consciente de la baja calidad de su sistema educativo, y de que eso impide que sus países se desarrollen más rápidamente en una economía global en la que las exportaciones basadas en el conocimiento son mucho más redituables que las materias primas.

El estudio del BID revela que sólo el 54 por ciento de los argentinos y el 45 por ciento de los peruanos están satisfechos con la educación pública de sus países. ¡Bien por ellos! Los mexicanos y los brasileños son algo menos conscientes de sus deficiencias educativas, aunque tampoco están entre los más ilusos: el 68 por ciento de los mexicanos y el 64 por ciento de los brasileños están satisfechos con sus respectivos sistemas de educación pública.

Sin embargo, la mayoría de los países de la región debería dejar de vivir en la negación. Al igual que los adictos a la droga o al alcohol, el primer paso para resolver su problema educativo debería ser reconocer que tienen un problema, para luego tomar medidas para solucionarlo.

Fuente: Elnuevoherald.com

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