___Un análisis de política publicado en la revista Science llama nuestra atención sobre algo que es mucho más fácil ignorar: ¿qué ocurre con los monitores de ordenador obsoletos, los teléfonos móviles que no son lo suficientemente inteligentes, los cables que en su día alimentaron a los ordenadores portátiles que ya no utilizamos, o incluso las viejas calculadoras? Mucha de esta basura, que en gran parte es producto del mundo desarrollado, termina en el mundo en subdesarrollo, y los peligrosos materiales que contienen acaban acumulándose en la cadena alimenticia y en la sangre de los niños pobres. En África, China e India, los mercados de aparatos electrónicos de segunda mano están provocando un impacto terrible. Los niños en Guiyu, China, tienen altos niveles de plomo en la sangre y las ciénagas en Nigeria están desbordadas de aparatos electrónicos desechados.
___¿Qué podemos hacer al respecto? Los Estados Unidos, uno de los mayores productores de desechos electrónicos, es uno de los 23 países miembro que aún no han ratificado la Convención de Basel de las Naciones Unidas, que regularía el movimiento de los materiales electrónicos peligrosos a través de las fronteras internacionales. Un proyecto de ley en el Senado (S. 1397) autorizaría a la Agencia de Protección Medioambiental a que facilitase fondos para la investigación dentro del campo del reciclaje y pediría al Instituto Nacional de Estándares y Tecnología que crease una base de datos de materiales electrónicos verdes. Según los autores del artículo de Science, la Unión Europea y el estado de California poseen políticas de desechos complejas e inconsistentes, aunque a pesar de ello hay cosas que se pueden aprender:
Foto: Las cajas de los televisores, los tubos de rayos catódicos, los ordenadores, monitores y otros objetos de desecho electrónicos no vendibles en el Mercado Alaba de Lagos, Nigeria, se tiran en esta ciénaga cercana.
Por ejemplo, los californianos están dispuestos a pagar extra por productos electrónicos "verdes" (por ejemplo, que contengan menos sustancias tóxicas, y que sean capaces de ser reciclados de forma económica) y a conducir hasta 8 millas (12.8 kilómetros) para descartar productos en centros de reciclaje que ayuden al medio ambiente. Además, los mandatos políticos y los incentivos económicos son herramientas clave para animar a los fabricantes, que necesitarán asumir mayores responsabilidades para el diseño de productos electrónicos que contengan materiales más seguros y se manejen mejor después de que los consumidores dejen de utilizarlos.
Sin embargo, los autores sugieren que la solución a largo plazo es, en primer lugar, cambiar la forma en que los aparatos electrónicos se fabrican:
Bart Gordon, Presidente del Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los EE.UU., afirmó que "necesitamos que los ingenieros del futuro entiendan que cualquier cosa que fabriquen va a tener que, finalmente, ser desmontada."
Fuente: [1].
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